domingo, 14 de diciembre de 2008

EL GRITO.


Munch escribió en su diario:


“Paseaba por un sendero con dos amigos -el sol se puso- y, de repente, el cielo se tiñó de rojo sangre, me detuve y me apoyé en una baranda muerto de cansancio -sangre y lenguas de fuego caían sobre el azul oscuro del fiordo y de la ciudad-. Mis amigos continuaron su marcha y yo me quedé quieto, temblando de miedo, y sentí un grito infinito que atravesaba toda la naturaleza”.
El pintor noruego se encontraría caminando en una colina desde la que se contemplaba la ciudad de Oslo, cuya silueta borrosa se adivina en el fondo. La figura del primer plano mira hacia el espectador con las manos sobre los oídos, y la boca abierta en un gesto de angustia existencial que resalta su soledad. La fuente de inspiración de este personaje pudo ser una momia peruana que el pintor habría visto en París. En cuanto al color rojo del cielo, podría deberse a la erupción de un volcán situado en Indonesia, cuyos efectos se pudieron contemplar durante meses a lo largo y ancho del mundo.
El pintor realizó varias copias del cuadro. Una de ellas fue robada del Museo Munch en 2004 y recuperada dos años después. Tras un proceso de restauración y mejora, la pintura más conocida del artista vuelve a colgar de las paredes del museo noruego desde el 23 de mayo. Una estupenda excusa para acercarse a la capital vikinga.
PINTURA REALIZADA POR EDWARD MUNCH.

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