domingo, 21 de diciembre de 2008

POEMAS PARA LEERLOS 1/2 HORA TARDE. DE BENJAMIN DE LA VEGA



TUCUMAN - ARGENTINA





Que pase el código de barras


Cuando me mirabas era
como el avance dulce de la miel
sobre la lengua.
Me abrazabas
más lindo
que los angelitos de bronce
que acarician unas armas
de fuego
en el comedor de la abuela.

Me colmas
de un fulgor lleno,
desnuda,
en mi recuerdo.
Ay, eras tú
la que no me librará del pasado
sin que pague antes
el justo precio de tus besos.

Estoy seguro que el invierno vendrá largo este año…

Pero escucha.
Escucha bien.

No me dejes de polvo,
amontonado así,
en un rincón de cuarto solo.
No te lleves
de lo que dicen
las ocasionales
tías solteras de tus compañeras
ni los encabezados
de página
ni las fechas
de vencimiento
en el fondo de los envases.
No hagas nada que en tu más íntima
hebra de deseo
no te haga temblar de la alegría
ni des la espalda al día.
No temas
levantar
un tubo de teléfono
a las cuatro y media de la mañana.
Y recuerda y no llores
y no llames y no olvides.



Unos dedos

¿De qué me sirve
esta cara de cachorrito
empapado?
¿Para qué me dieron estas alas de orejas
como un carro averiado con
su hermosa pintura roja
toda llena de barro?
¿Para qué las manitas blancas?
¿Y los zapatos desatados,
y las caras de triste, de malo, las de dientes sonrientes,
y los pucheritos?

¡Ya no quiero que me den
besos obligatorios de saludo!
¡No quiero más un cómoandástantotiempo de nada!

Les huyo a los preventistas
de la felicidad…

Estoy cansado. Cansado.

Me voy a caminar de la mano-
No quiero hablar más…

¿De qué me sirve
acordarme que no estás
cuando estoy
solo?


Poema de media mañana

De pronto, siento tu llegada.

Me llegas de pronto,
así como una muerte
que irrumpe una mañana
en un cuarto de anciano
que espera
el calor de los hijos,
un té,
quizá una mirada.

De pronto, presiento tu abrazo.

Me dejas
de pronto
y me llevas
clavado en la mirada,
no sabías que la espera
era mía.
No sabías
que la eternidad
era mentira.


Aquí, tú de vuelta


Bienvenida con tu tiempo y tus vestidos
a la región aguachenta de mis ansias,
las manos despojadas de catálogos y folletos,
los ojos asustados de caras desconocidas.

Tu sábana destendida me ha quedado
como un signo de pregunta, preguntando.

Entonces dame la hora cuando llegue la mañana
con la boca entreabierta de las ganas.
Ríe mucho de nuestros viejos desaciertos
y cuando vayas en silencio otra vez
a la distante patria de tus besos
llévate una fecha
anotada en tu cuaderno
que te recuerde mi número y mi signo
y te recuerde mi sangre y mi nombre.


Remembranza


Los objetos del pasado
vuelven, polvorientos, a verme,
a recordarte en mis soledades,
a recordarme que sigues,
que estás aunque ya no te mire los ojos,
que quedó ese extraño sabor que tenía que me toques,
vuelven callados y distantes
a asegurarme que nada importa
dónde yo vaya, cuándo sea o qué es lo que se sienta,
sólo vas a estar allí, como inevitable, como súbita,
porque sí y porque vos y yo nada,
estarás porque sí.

Y así seré y será inútil que me llamen
porque aunque los oiga no les voy a poder responder,
amigos míos, pensaré, no se preocupen de mi suerte,
que las cosas me dieron mi lugar y el reloj las siete,
que mis pasos serán las cosas que mañana dictarán
y tal vez esta vez yo llegue antes que ayer.

Pero es que no saben lo que sabemos
ni de aquellos visitantes que habitan los recuerdos
y que hay ciertos fuegos que se apagan con fuego
y que nosotros dos nada y porque sí
y que lo incierto es eso que corre por dentro.
Pero la primavera que está allá afuera…
Y vos que no sabés pero que tenés eso
y yo aquí mirando al cielo grandote sobre mí
y que el parque lleno de niños, pero que mirá esto y que mirá aquello.
Pero yo, igual, nada, es que tengo que rendir y vos…
¿Qué es de vos?...


Mayo en Junio

Fuimos tan deprisa, mujer,
mujer indecible,
mujer de sangre y de verbo,
mujer de sonrisa, de sal,
de estrellas, lunas y amar.

Fuimos así, tan deprisa
que los años enteros fueron poco,
que están tan gordos de recuerdos,
que juntos fuimos tan sencillos
que todo se confundió.

Fue todo tanto para mí,
lo fuiste todo tan de golpe
y fuimos solos dos,
tan sólo dos,
que todo esto no puede ser.

Tanto, tanto, tanto, mujer
que es así, inexplicable,
como este tonto poema,
que aún no puede hacer pie,
como yo, aquí sin vos.

Cómo puede ser
que fuimos tan sólo vos y yo,
que fuimos tan deprisa,
un hombre y una mujer.
Cómo puede ser
que fuimos
pero no somos.




Dar a entenderse

Usted sabrá disculpar señor
pero no cuento con más que
mi tiempo vacío de transcurso
para aclarar un poco esta comedia triste y confusa.
A veces me da por salir a caminar
pero así, solito, ¿no?, para cambiar
la soledad esa del hogar por esa de
al aire libre, preferentemente
bajo la lluvia después del calor.
¡Los charcos de agua tibia le mojan
los pies a uno que es un gusto!, mire…
Los domingos se propician particularmente
por su música cansada que traen
los vientos intermitentes.
Sepa usted disculpar, señor, haga el favor,
es que sólo me quedaba
robarle las palabras para
poder decirte lo que le estoy diciendo.
Yo sé que siempre se puede estar peor, lo sé,
pero es que ya solo me queda
esta última hoja de papel
y la marea del recuerdo no baja,
ella está ahí, parada frente a mí,
a mi lado, susurrando esa vida de que carecimos,
y por detrás, asida fiel a mis lamentos.
Mucho lo lamento, señor, pero debo decirle
que sus palabras, con éstas, se acaban.


Poemar

Quiero, pero no puedo.
le paso la mirada a las letras
de sus palabras,
quiero barrer un poco
la poesía de unos ancestros.

Cuando me parece que estoy a punto
de lograrlo, ¡Paf!
Me choco con un espacio en blanco
al final del verso,
Un abismo sin color
que me obliga a bajar
un peldaño más.

Y así van pasando las estrofas,
los besos, lágrimas y páginas
y con ellos el tiempo, el momento,
ese absurdo esperar.
Pero ya no puedo detenerme,
por más que yo quiera,
por más que yo pueda.




Tardenoche

No importa
qué tan rápido camine,
siempre va la luna un paso adelante
y no le puedo encontrar
la cara que sonríe.



Turno Atardecer

¡Cuándo escucharás
el corazón de secundaria
que guardo en mi pecho
de viejo profesor
y borrarás
el error de ortografía
de mi amor analfabeto
de tu beso y tu calor!



Love is good to make

Te digo que te quiero,
¡Quiéreme!
Hazme el amor
como haces la guerra,
sin lastimar
pero con la lengua.

Ámame con palabras,
eufórica sin pensar,
sin una gota
de razón.

Contemos las noches en soledad,
las noches sin nos,
y olvidemos la lección
y nuestros nombres los olvidemos sin dudar
y hagamos sin dudas nuestra guerra
hasta caer con el sol.



Sé de una mujer

Sé de una mujer que suele ser un río
y sucede que quieren
apretar tu cintura
mis manos desnudas
y quemadas de frío.

Sé de una mujer que suele ser un río
y sucede que vengo
a robarte tu beso,
abrasando a tu seno
mi manto de rocío.

Sé de una mujer que suele ser un río
y sucede que quiero
reclamar tu derecho
a elegir otro beso
que no sea el mío.




Sombría

Hoy soy triste.
El mundo
resulta
inútil.
Dios es un hombre sin fe.



Observantia religiosus


Sábado,
doce de la noche.
Otro día domingo está
llegando.

Señores que salen a buscar
putas
y
sexo,
caras
y
rápido.

Mañana, a las ocho,
misa
y
redención,
rápida
y
barata.



La maría


En las entrañas del barrio,
un olor a tierra mojada.
El pan duro nuestro de cada día sobre el mantel.
Llega a los oídos un eco de ladridos.
Llega desde el fondo profundo de las casas.
Se cruza un desconocido, tres vecinos.
Hay el borracho, el guardián,
sus noches de olvido tinto
y una venta ambulante de amor en las esquinas.

Y también la maría.

Los pechos se le ven tan cansados de amamantar
hijos de padres ausentes
que parecieran serle
un segundo par de ojos tristes.

Ya es la siesta y hace calor.

La maría no sabe qué van a comer hoy
y surca el valle
de su desesperanza,
los tobillos
curtidos
de mugre y de sangre
y de sol.




A C. V.

¡Maldito seas, poema XXV!
Yo te maldigo, sí,
tenebrosa codificación de signos indescifrables.
No me vengas a llamar a la puerta
que no te daré sino
un baldazo de agua hirviente.
¡Vete que aquí!
Márchate con todos tus alfiles adheridos a tu trasero,
macabra carcajada agramatical.
No me vengas
con tus cuentitos chinos de morondanga,
que tenías sueño
cuando se abrían
tus pulmones
la primera vez.
¡Vete de aquí, por favor!
Y no vuelvas a aparecerte
a la vuelta de la página
de ninguna antología que a mis manos llegue
porque no respondo de mis manos
ni mis lágrimas
ni mi cabeza modelo 2001.




Mauméno

Ancho es el tiempo fraguado por olvido.
Los pasos que te alejan de mis brazos
clavan su puñal de estileto
en las raudas horas del desvelo…

Rechinantes mecanismos de la memoria y el corazón.
Raspa el chirrido áspero en sus operaciones.
Arranque de vieja rastrojera a la mañana.
Válvula de escape que explota y se desahoga
de golpe y anda.
Quejumbroso y derrumbado,
caído el paragolpes,
revuelto el costillar.
No es más el paseo por las curvas del parque
y no hay duelo de amor sin su cajón.
El sol ya no es el mismo
corazóm
que caía sobre el rojo nuevo del capó.




Reflejal

Añejo, añoso,
reflejo de un día que antes fuera
en tus ojos
el color de lo otoño, lo todo,

el fermento dulce
que toma tu forma,
la ansiosa extensión de la rosa
que entre el lodo crece,
se eleva y deshoja.




Para mi coyita la andariega

Andariega
en el extremo de la puneña altura,
que llevas bajo la falda
cuenta de tu liga y tu tristura.

Traémelo pa ‘quí
ese último poquito i coca,
que ya me voy yendo a poco
a dormir no más mi pena.

Cantáme una solita copla,
hacéme de linda comadrona
y verás que no es en vano
el acullico dulce amargo.




Pos Data


(Te amo tímidamente. Con el lado más libre y humano de mi corazón. Triste y dulce. Y enérgico y alegre. Con sueño. Atento o distraído. Loco, miedoso, inseguro. Complicado. Como mi cabeza.)



Canción para Glenda

Glenda tu nombre se trepa a mi boca.
Glenda cocinas graciosa, deprisa.
Glenda me salta el botón de la rosa.
Glenda no niega ni esconde la risa.

Glenda me puede hasta última hora.
Glenda está triste, la asusta una araña.
Glenda que surges de vuelo de alondra.
Glenda es un sábado de linda mañana.

Glenda no calla su aroma de esposa.
Glenda que viene en rescoldo del alba.
Glenda me acomoda muy poco las cosas.
Glenda tu mano es espuma del alma.

Glenda da giros de dos mariposas.
Glenda no llora ni torna la espalda.
Glenda te estira sin pena la boca.
Glenda no vayas a olvidarte mi cara.



Glenda con g

De gota que cae fecunda
en el verde espacio del alma.

De gatillo de boca que besa
y recién después me habla.

De gracia divina que mece
en sus ojos la dulce mirada.

De ganas de darle este verso
como un beso en su boca de dama.

BENJAMIN DE LA VEGA






  • Benjamín de la Vega de 25 años de edad, es tucumano y estudia el 4º año de la carrera de Inglés en la UNT. Publica en diversas revistas de su medio y además es actor teatral.


No hay comentarios:

Publicar un comentario